por Makoto Matsumoto

“Mudémonos al campo cuando nuestros hijos nazcan –le dijo mi papá a mi mamá– y eduquémoslos en casa”. Poco después que yo nací, mi papá vendió la compañía y las propiedades que tenía en Tokio y nos mudamos al campo en Corea. Se necesitaba sacrificio financiero, pero lo más importante para mis padres era educar a sus hijos de acuerdo con la Palabra de Dios. De hecho, era una decisión tan inusual, especialmente en un país donde las palabras “educación en casa” son tan desconocidas, que algunos periodistas visitaron a mi familia. Salimos en un periódico, una revista y un programa de televisión.

¿Por qué la educación en casa?

La razón principal de la decisión de mis padres fue la influencia ejercida por sus amigos mundanos durante su juventud mientras aún vivían con sus padres. La hna. White escribió: “Al mandar a los niños a las escuelas fiscales, los padres los están colocando bajo influencias desmoralizadoras, influencias que perjudican la moral y los hábitos. En tales ambientes, los niños reciben con frecuencia instrucciones que los preparan para ser enemigos de Cristo. Pierden de vista la piedad y la virtud” –Consejos para los Maestros, pág. 190.

Mis padres querían apartar nuestra familia, espiritual y físicamente, así como lo había estado Juan el Bautista en el desierto. Una escuela de nuestra iglesia podría haber sido una mejor opción, pero en ese entonces, nuestra iglesia estaba recientemente establecida en Corea y no disponía de una escuela, hasta que mis padres establecieron una años más tarde, en el 2008. Por esta razón, ellos eligieron la educación en casa, y pronto tuvieron que enfrentar algunos desafíos.

Desafío de la carrera

En mi país, los que estudian en casa necesitan aprobar dos exámenes antes de ingresar a la educación postsecundaria. El primero es el examen de Desarrollo de la Educación General (GED). Debía probar que mis habilidades académicas eran equivalentes a una graduación de escuela secundaria. Sin embargo, este examen sólo se podía presentar en sábado, sin excepción. La educación en casa estaba dificultando mis planes futuros para una carrera universitaria.

La Palabra de Dios, que encontramos en Mateo 5:29, dieron ánimo a mi familia: “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”. El futuro de los hijos e hijas de Dios puede parecer duro, pero vale la pena elegir la educación en casa en vez de dejar a los hijos llegar a insensibilizarse con el pecado yendo a una escuela pública.

Cuando tenía casi la edad suficiente para hacer el examen, la iglesia abrió sus puertas en Japón, después de diez años de bloqueo. Dios envió a mi familia a Japón como misioneros. Cuando nos mudamos descubrí que el examen GED ahora era posible hacerlo en días de semana.

Sin embargo, los desafíos continuaron. Tenía que hacer exámenes de admisión para distintas facultades en diversas universidades, y, nuevamente, todos se realizaban en sábado, sin excepción. Con oración, busqué una universidad en otro país a la cual asistir. Fue realmente difícil encontrar una universidad que aceptara un estudiante internacional educado en casa, pero encontré algunas instituciones en Canadá que Dios había “reservado” para mí. También descubrí que las políticas migratorias de Canadá habían cambiado justo unos pocos meses antes y ahora aceptaban más inmigrantes.

Ahora se presentó otro desafío. Tenía tan solo unos pocos meses para mudarme prácticamente al otro lado del mundo. Con escasa información acerca de Canadá, debía encontrar un lugar dónde vivir. Poco tiempo después que comencé a buscar alojamiento, un amigo de la iglesia me envió un mensaje de texto: “¡Hola! ¡Escuché que vienes a Canadá! Voy a la misma escuela que tú. Ven a vivir conmigo”.

Seguir el plan de educación de Dios me había llevado a enfrentar muchos desafíos. Sin embargo, cada vez que me enfrentaba a una dificultad, descubría que Dios ya había preparado la solución.

Educación académica

Existen muchos conceptos erróneos sobre la educación cristiana, especialmente la educación en el hogar, alegando que excluye la educación académica, pero esto es falso. La verdadera educación en el hogar incluye el estudio de la educación general, así como la preparación para una carrera. El crecimiento intelectual en la lógica y la comprensión ayuda a los niños a conocer la Biblia más a fondo. Los niños también aprenden disciplina propia y templanza a través del estudio.

Sin embargo, para la mayoría de los padres es difícil enseñar a sus hijos, ya que sus niveles de grado aumentan. Mis padres se centraron en las habilidades de aprendizaje y los hábitos de estudio. Me entrenaron para mejorar el poder de concentración mediante ejercicios cerebrales y la memorización diaria de versículos bíblicos. Este entrenamiento me ayudó más tarde a estudiar todas las materias por mi cuenta con libros, cursos por correspondencia y conferencias grabadas en línea.

Otra ventaja de la educación en casa es que los estudiantes pueden estudiar cada materia en su propia línea de tiempo. Para las materias en las que los niños tienen más habilidades, pueden estudiar más rápido, mientras que pueden tomarse su tiempo con las materias que les resultan difíciles. Esto les permite asegurarse de que entienden cada paso del proceso académico. Para ello, los padres necesitan conocer muy bien los talentos y cualidades de sus hijos.

“El futuro de los hijos e hijas de
Dios puede parecer duro, pero
vale la pena elegir la educación
en casa en vez de dejar a los
hijos llegar a insensibilizarse
con el pecado yendo a
una escuela pública. ”

Primera prioridad

La definición de la educación cristiana es hacer crecer a los niños a la semejanza de Cristo. Muchos padres se enfocan en traer riquezas y honor a sus hijos, a través de mejores escuelas y mejores carreras. Sin embargo, Dios nos hace una pregunta muy importante: ¿Qué es, en verdad, una buena vida? ¿Es más importante tener una vida estable en el mundo o vivir eternamente con Jesús, aún si la vida en esta tierra nos trae momentos difíciles? A aquellos que buscan riqueza y honor, Dios les dice: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” (Lucas 12:20).

Mis padres incluyeron el estudio de la Biblia como la materia más esencial en mi horario diario. Ellos también consideraron mis años de adolescencia como el periodo más importante para esta educación. Muchos grandes hombres en la Biblia, como José y Daniel, eran adolescentes cuando se propusieron en sus corazones consagrar sus vidas a Dios. Por lo tanto, cuando alcancé la edad de escuela secundaria, mis padres me hacían leer, cada día, capítulos del Conflicto de los Siglos, de la hna. White. Hasta redujeron la cantidad de mis estudios académicos para permitirme dedicar más tiempo a esta lectura. Este estudio preparó mi corazón para llegar a ser constante y firme antes de llegar a ser independiente y enfrentar el mundo solo.

Soledad

Mi mayor desafío personal fue la soledad. No tenía muchas oportunidades de conocer amigos, excepto en sábado o en los congresos. Solía sentirme solo y fue difícil para mí, ya que soy sociable por naturaleza. Pero esta soledad llegó a ser una gran bendición. Si hubiera abandonado la educación en casa, les hubiera dado toda mi atención a los amigos. Yo hubiera estado ansioso por llegar a ser como uno de ellos, entrando profundamente en el mundo. Tampoco hubiera pasado tiempo leyendo la Biblia y meditando, sino que hubiera salido con otros jóvenes. Necesitaba que Dios me impulsara a tener tiempo privado con Él, aislándome de ellos. Fue entonces que mi desafío más grande llegó a ser el perfecto entrenamiento personal de parte de Dios. Cuando me di cuenta y aprecié todas estas cosas, Dios me envió muchos amigos, dentro y fuera de la iglesia.

Conclusión

La educación en casa no es la solución absoluta para toda la educación. Dependiendo del país, la elección de educar en casa puede estar limitada por las políticas gubernamentales. Además, si una escuela de nuestra iglesia está disponible, sería una opción aún mejor. El método educativo debe ser considerado basado en las cualidades y la personalidad de cada niño individual. Pero sea cual sea, hay una verdad absoluta: la fe en Dios es la clave para la educación.

La educación es, en efecto, una gran presión y responsabilidad para los padres, especialmente cuando ellos piensan acerca de cómo será el destino de sus hijos en esta vida y la venidera, pues su formación depende mucho de ellos. No sorprende que los padres sientan ansiedad cuando no pueden ver qué deparará el futuro a sus hijos e hijas. Sin embargo, Dios requiere fe, incluso para educar a los niños.

La salvación es por fe, pero cada ser humano tiene que cooperar. La educación no es diferente a la salvación. Ciertamente los padres tienen que cooperar con Dios. Ellos tienen que observar a sus hijos y conocer sus cualidades, naturaleza, talentos, intereses y características. Tienen que estudiar la Palabra de Dios y orar día y noche para conocer la voluntad divina en cuanto a la educación de sus hijos. Sin embargo, el resultado final de la educación está en manos de Dios.

El futuro de nuestros niños puede parecer incierto. Algunas veces se puede pensar que el seguir la voluntad de Dios puede traerles desventajas a ellos, pero es ahí cuando necesitamos recordar que los niños han sido confiados a los padres por Dios. Él es el verdadero padre de cada niño, el ÚNICO que educa a nuestros niños, que cuida de cada niño y de cada niña como si fueran los únicos en esta tierra. Si los padres confían y le siguen, Dios educará a sus niños mejor que lo que ellos se puedan imaginar.

Cuando los padres confían en el método de Dios y colocan a sus hijos en Sus amorosas manos, Él mismo los educará. Si los padres viven con el plan de la adición, Dios mismo trabajará para ellos con el plan de la multiplicación.

“La definición de la
educación cristiana
es hacer crecer a los
niños a la semejanza
de Cristo.  ”

por Makoto Matsumoto
Licenciatura en Enfermería
(Estudiante) | Japón / Canadá

 

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