por Oscar Oviedo
Misionero laico | Canadá

 

Vivimos en un mundo muy secular. Por secular me refiero a la mirada con la que separamos la religión de los asuntos cívicos. Esta mirada ha llevado a nuestra sociedad a pensar que alejarnos de la religión nos da la libertad para ser más objetivos al reemplazar la fe con hechos. Tristemente, esto no es verdad. Cuando nos alejamos de Dios y su palabra, nos movemos a otra clase de fe. Esto no es evidente al principio, pero hemos visto los resultados finales en nuestra cultura moderna. Las personas quieren rechazar la noción de Dios, pero ellos están abiertos a creer que nuestro sentido del bien y el mal es producto de la evolución. Demandamos justicia e igualdad sin pensar que esos elementos morales que sin un Creador, en vez de principios, son preferencias. Es entonces que nos damos cuenta que la fe necesita ser ejercitada con conocimiento y razón.

El apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 15, versículo 33, (RVR). dice: "No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres". En los versículos anteriores, el apóstol ha venido desarrollando el concepto que ignorar la resurrección de nuestro Señor Jesús nos llevará a una vana profesión de fe. Pregunto: ¿Qué sentido tiene tratar de vivir vidas piadosas si no hay vida eterna? Podríamos ser como las plantas, sólo viviendo el presente, sabiendo que vamos a morir en cualquier momento, sin expectativa de vida después de la muerte. Pero, lo contrario es mucho más poderoso. Sabemos que las realidades eternas basadas en la resurrección de Jesús nos guiarán a entender que cada pensamiento y acción importa en nuestro destino eterno. Por lo tanto, la asociación o comunicación con mentalidades se culares puede dañar los buenos modales, los principios y la fe.

Pero ¿Dónde comienzan todas estas asociaciones y comunicaciones? Todas comienzan en casa, durante la niñez. ¿Qué clases de amistades cultivamos los padres? ¿ Que clase de con­ceptos traemos a nuestros hogares? ¿ Que ejemplos damos a nuestros niños?

El apóstol Pablo continua en el versículo 34: "Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo". Pablo nos da una advertencia, animo y una reprimenda. Una ad­vertencia, en contra de las peligrosas conversaciones que hay en nuestras sociedades. Animo, para procurar construir relaciones justas y piadosas, y hábitos que beneficiaran nuestra vida presente e influenciaran nues­tro futuro. Una reprimenda, si hemos pretendido ser cristianos pero no lo somos en realidad.

Leemos en El Hogar Cristiano, pag. 373: "La mente susceptible del niño anhela conocimiento en el periodo de desarrollo. Los padres debieran mantenerse bien informados, a fin de poder darle el alimento apropia­do. Como el cuerpo, la mente obtiene su fuerza de la comida que recibe. Se amplía y eleva con pensamientos puros y fortalecedores; pero está reducido y degradado por pensamientos terrenales.

"Nuestros hijos anhelan el conocimiento y la asociación, por lo que parecen captar las plataformas de las redes sociales mucho más rápido que los adultos. Pero debemos estar un paso por delante de nuestros hijos , sabiendo lo que hay de bueno para que podamos llenar sus mentes con buena información, cosas que ayudarán a los niños a ser útiles en casa y a ser conscientes de las cargas que llevan sus padres.

En el Libro An Appeals to Mothers (Un llamado a las madres), Pag.76, dice: "Los Niños deben ser instruidos desde sus primeros años a ser serviciales, y compartir las cargas de sus padres. Haciéndolo así, ellos pueden ser una gran bendición aliviando las ocupaciones de la agotada madre. Mientras Los niños est6n involucrados en trabajo activo, el tiempo nunca sobra en sus manos, y tendrán menos oportunidades para asociarse con amigos inapropiados, vanidosos, cuyas malas comunicaciones pueden echar a perder la vida completa de una chica inocente corrompiendo su buena educación".

La cita anterior trae la advertencia del apóstol Pablo a nuestros hogares. A menos que elijamos alimento intelectual adecuado y actividades prácticas para nuestros niños, los motivaremos a buscar asociarse con amigos que arruinaran el presente y la vida futura de nuestros hijos. Por lo tanto, tenemos que pedir a Dios en oración que impresione nuestras mentes, como padres y maestros, para mostrarnos dónde podemos mejorar nuestro trabajo con nuestros hijos.

Se nos advierte: "Velad debidamente y no pequéis". A menos que despertemos de las influencias adormecedoras de la sociedad en que vivimos, que nos invita a permitir que la tecnología instruya a nuestros hijos, podemos contribuir a destruir la fe de ellos. Jesús, cuya infancia incluya influen­cias piadosas en su hogar, debería ser siempre nuestro ejemplo. Su madre le enseña a amar las Escrituras. En su hogar aprendió buenos modales, y siempre buscó rodearse de personas que temieran a Dios.

¡EI continua siendo una excelente compañía! Trae la religión de Jesús a tu vida y a tu hogar y dará buenos resultados en la vida de tus hijos.

 

por Oscar Oviedo
Misionero laico | Canadá

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